Alberto José Codina Alcázar.
Partiendo de la base de que en la WWE predomina por encima de todo el interés económico sobre cualquier otra cosa, me he propuesto hacer un breve pero a la vez crítico análisis de la situación vergonzosa que, a mi juicio, veo en cada evento de esta empresa y que me lleva a plantearme una serie de cuestiones que se engloban bajo una sola pregunta, dirigida a los empresarios de la WWE: sus trabajadores ¿son personas u objetos?
Por establecer un orden, mi primer punto se basa en lo relacionado con la edad de muchos luchadores. Me parece vergonzoso que utilicen en calidad de luchadores a personas que ya tienen una cierta edad, y como ejemplos se pueden poner a Ric Flair, Jim Duggan, Jerry Lawler o Mark Calaway, entre otros. Porque para que luchen muy poco y poniendo su estado de salud en peligro, es mejor que den el relevo a las nuevas generaciones.
Segundo punto: es el relacionado con el uso que se hace de la mayoría de hombres y mujeres tratándolos como mercancía u objeto de deseo sexual. En el caso de los primeros, un claro ejemplo es John Cena, que al quitarse la camiseta ya se vuelven locas las seguidoras de la WWE y esto ha sido usado por dicha empresa como una estrategia de marketing; en cuanto a las segundas, un claro ejemplo lo constituyen la mayoría de personas de sexo femenino, que salen muy ligeras de ropa y que también son usadas para causar la locura del personal masculino, y haciendo quedar en muy mal lugar al elenco femenino de la WWE, porque a excepción de la recién incorporada Kia Stevens, entre las muy pocas que se salvan, el resto se usan como simple y puro relleno.
Tercer punto: relacionado con la humillación a la que someten a personas con discapacidad. El caso más llamativo es el de Dylan Postl. No sé si él mismo será consciente o será una parte más de su contrato, pero lo cierto es que tanto el propio Dylan como la WWE al completo hacen un flaco favor a este tipo de personas. Buena prueba de ello son las carcajadas de la plantilla y del público cuando sale a escena, también se podría añadir esa humillante “Mini Royal Rumble” del año 2008.
Se podrían poner varios ejemplos y apartados más, pero en este análisis me he querido centrar en estos breves puntos. Pretendo transmitir en este sentido mi queja con algunas políticas que, por desgracia, ha llevado y sigue llevando la WWE, aunque espero que no se hagan en el futuro, y también hacer reflexionar a los seguidores de la WWE sobre algunos fallos que contribuyen a que en esta empresa predomine el imperio del marketing sobre la humanidad. Y también lanzaros una pregunta, tanto a vosotros como al personal de dicha empresa: las estrellas que se dejan todo en el cuadrilátero ¿cómo son tratadas, como personas o como objetos que aportan ganancias?
Saludos cordiales.
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